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viernes, 17 de diciembre de 2010

#Wikileaks una Necesidad #democratica



Un buen aporte, vale la pena tomarse el tiempo de leerlo


Wikileaks, una necesidad democrática






Xavier Caño Tamayo
Periodista y escritor español.



Julian Assange debería ser asesinado, según un tal Flanagan, asesor del primer ministro de Canadá. El asesinable Assange es el fundador y director de Wikileaks, organización que ha dejado con las vergüenzas al aire a la clase política de Estados Unidos y de otros países al difundir miles de documentos del Departamento de Defensa y de las embajadas estadounidenses. Documentos “clasificados”, muy secretos. Lo de convertir en secretos documentos oficiales es una práctica nada democrática de gobiernos que presumen de democráticos; práctica que, como recuerda el sociólogo Manuel Castells, es en realidad la “capacidad de silenciar en la que se ha fundado siempre la dominación”. Como escribe el constitucionalista Bill Quigley de la Universidad de Nueva Orleans, “desde el 11-S, los políticos creen que no deben compartir sus ‘secretos de estado’ con los ciudadanos”.
Afortunadamente existe Wikileaks. La difusión de documentos “clasificados” ha destapado corrupciones, abusos y violaciones de derechos humanos, juego sucio para impedir hacer justicia, investigar torturas y matanzas en todo el mundo. También actuaciones autoritarias o delictivas de mandatarios, lavado de dinero que salpica a gentes “honorables”, atrocidades perpetradas por fuerzas armadas de Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak... Que tal labor es importante lo prueba que Wikileaks haya recibido por su tarea premios de entidades tan dispares como el conservador The Economist o Amnistía Internacional.
Como era previsible, Wikileaks está ahora en el punto de mira. Pero quienes atacan a Wikileaks no cuestionan la veracidad de lo difundido; critican la difusión de documentos con la despreciable falacia de que pone en peligro a tropas americanas o de sus aliados. Políticos estadounidenses han farfullado la inefable majadería de que las filtraciones de Wikileaks son terrorismo porque arriesgan vidas. Pero oficiales estadounidenses han reconocido que “la publicación de esos documentos no ha producido muerte alguna”. Por cierto, son los mismos políticos que aprobaron bombardeos de saturación de Bagdad y otras ciudades iraquíes que costaron miles de vidas.
Hillary Clinton, Secretaria de Estado de Estados Unidos, ha reaccionado en falso al decir que “esta revelación es un ataque a la comunidad internacional”. ¿Qué ataque? ¿De qué comunidad habla? Y miembros de la Cámara de Representantes de EEUU han pedido a la Secretaría de Estado que añada Wikileaks a la lista de organizaciones terroristas. Sería cómico, si no fuera tan lamentable.
Por si fuera poco, algunos medios de comunicación (no al servicio de los ciudadanos, por cierto) colaboran con los ataques de servicios de inteligencia contra Assange y Wikileaks. Fox News, portavoz de la extrema derecha estadounidense, ha propuesto incluso que Assange sea asesinado. Algo viejo como el mundo, porque ya en la Grecia clásica los tiranos mandaban asesinar al mensajero. Pero el mensajero no es responsable de lo canallesco de los mensajes.
Lo ofensivo es que los diversos mandatarios afectados no se avergüenzan ni se arrepienten por lo que han perpetrado y Wikileaks ha desvelado, pero se rasgan las vestiduras porque ahora se conocen sus fechorías.
Conviene recordar el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuyo 62º aniversario se ha celebrado el 10 de diciembre: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
El presidente saliente de Brasil, Lula da Silva, ha expresado su total solidaridad con Julian Assange y se ha mostrado “espantado ante la falta de manifestaciones” en el mundo contra la prisión de Assange. “Quiero manifestar mi protesta contra ese atentado contra la libertad de expresión. En vez de culpar a quien ha divulgado esos documentos, deben ser culpados quienes los escribieron”.
Wikileaks contribuye a garantizar nuestro derecho ciudadano a saber la verdad. La información es la savia de la democracia, decía Thomas Jefferson, y quien impida ese derecho a la información ataca la democracia.
A fin de cuentas, como ironizaba una ilustración humorística, “¡qué horror, el mundo es tal como nos temíamos!”. Por eso, porque lo intuíamos y ahora sabemos, hay que continuar luchand o por el derecho a la información. Contra cualquier autoritarismo.

El Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) es un servicio de información gratuito de la ONG Solidarios a los medios de comunicación de América Latina, EE.UU. y España. El CCS parte de la necesidad fundamental de integrar la información al desarrollo y la comunicación como elemento de cooperación y está integrado por periodistas, economistas y profesores de universidad expertos en pobreza, educación, salud, ecología, derechos humanos, política internacional, etc. Los artículos pueden reproducirse libremente citando la fuente. Las opiniones de los artículos enviados no reflejan necesariamente las del CCS y son responsabilidad de los autores.

Este documento se ha realizado con asistencia financiera de la Comunidad de Madrid y de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Los puntos de vista que en él se exponen reflejan exclusivamente la opinión de sus autores y, por lo tanto, no representan en ningún modo el punto de vista oficial de la Comunidad de Madrid o de AECID.

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La mayoría de los seres humanos son como las hojas que caen de los árboles, que vuelan y revolotean por el aire, vacilan y por último se precipitan al suelo.

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