Nos acercamos al cuarto y ultimo año de gobierno de Álvaro Colom. La ciudadanía se encuentra desilusionada, y los medios de comunicación nos recuerdan continuamente aquello de “la violencia se combate con inteligencia”. La ironía de esa frase viene a resumir el estado de desencanto de la sociedad, con la inseguridad en que vivimos, y el divorcio entre la verdadera prioridad de los guatemaltecos y las prioridades del Gobierno.
El presupuesto recién aprobado demuestra que no habrá cambios en ese importante rubro durante el 2011. Triste decirlo, pero tendremos que aguantar otro año sabiendo que habrá miles de muertos más, hasta que haya un verdadero plan de justicia y seguridad con la asignación apropiada de fondos, recursos humanos y tecnología para solucionar lo que constituye la necesidad más sentida de la población. Tampoco existió nunca un plan de reactivación económica para producir aquellos famosos “700 mil nuevos empleos”, que también prometieron durante la campaña electoral. El gobierno de la UNE entrará pronto en sus últimos 12 meses, y el Presidente habrá de pensar en su legado. ¿Cómo lo recordaremos los guatemaltecos? ¿Cómo querrá él que lo recordemos?
Los días festivos que se acercan son propicios para examinar lo actuado y ponderar el futuro. Posiblemente las decisiones de este mes sean las más importantes en la vida del presidente Colom. Lo que haga, y lo que deje de hacer en el 2011 marcarán para siempre su vida, pues por esas acciones será para siempre recordado. Difícil tarea para una gestión marcada por la intención de repetir, más que por la intención de gobernar. Pero aún hay esperanza, aún es tiempo de dejar una marca positiva en la historia de Guatemala.
Respetar el principio de alternabilidad, renunciando a la intención de igualar a los Kirchner o a los Perón, y proceder a fortalecer la institucionalidad en todos sus frentes, puede ser la salida correcta, pues evitaría el deslizamiento final hacia el Estado fallido, y evitaría el descalabro total del país, en caso se produzca un fraude. Conformar una Corte de Constitucionalidad a la medida sería el error más grave. Nadie en su sano juicio puede creer que la UNE repita. ¿Queremos los guatemaltecos cuatro años más de esta erosión institucional?
En la historia guatemalteca nunca ha repetido el partido de Gobierno, nunca hemos tenido una mujer Presidente, y eso sin hablar del impedimento constitucional que a todas luces resulta infranqueable. Repito una vez más: aún es tiempo de tomar decisiones de estadista, de pensar en su legado y en el futuro de los 14 millones de guatemaltecos.
¡Confío en Guatemala!
Harold Caballeros
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